En este número,  y a propósito del próximo Diplomado en Coaching Tanatológico que se impartirá en la Ciudad de Querétaro, queremos hablar de las pérdidas en la vida.

¿Quién de nosotros no ha sufrido algún tipo de pérdida? Todos, absolutamente todos los seres humanos, vivimos diferentes tipos de pérdidas a lo largo de nuestras vidas: pasamos de una etapa a otra, nos mudamos de casa, ciudad o incluso de país, cambiamos de empleo, terminamos relaciones amorosas o de amistad, nos enfermamos y sufrimos la pérdida de la salud, perdemos alguna mascota, pasamos de un puesto a otro, perdemos a un ser querido, etc. Es importante reconocer que detrás de cada cambio, siempre hay una pérdida.

Y la pregunta es… ante los diferentes tipos de pérdida que has tenido en la vida, ¿cuántas veces te has permitido elaborar un proceso de duelo? Seguramente pocas veces, o ninguna, y es que en esta sociedad en que vivimos, no existe una cultura tanatológica, en donde aprendamos que las pérdidas son naturales en la vida, y la importancia radica en cómo las procesamos y cómo elaboramos nuestros duelos.

Por el contrario, muchas veces solemos “disfrazar las pérdidas”, sobre todo ante los niños, creyendo erróneamente que les evitamos un dolor; y entonces  no decimos que su mascota murió sino que “decidió irse” o que “se escapó”, no les decimos que un ser querido falleció sino que “se lo llevó Diosito”, o que “se quedó en un profundo sueño”, sin saber el daño que sin querer les generamos y lo poco que los preparamos para la vida.

En las organizaciones se viven duelos importantes y son contadas las que hacen algo por su personal; los duelos de las organizaciones se viven en ambas caras de la moneda: lo viven  por un lado, aquellos que dejan de pertenecer y ahora deben afrontar la ausencia de esa seguridad, pertenencia e identidad que les brindaba su trabajo; y por otro lado, todos aquellos que, aunque conservan su empleo, ahora han perdido algún compañero. En años de crisis económicas, como el 95 y el 2009, las organizaciones se han visto forzadas a tomar medidas drásticas y complicadas como los recortes masivos, en donde, este tipo de duelo es representativo, y generalmente las organizaciones más preocupadas alcanzan a percibir y/o  tomar acciones sólo en alguna de las dos caras de la moneda.

Un proceso de duelo  tiene 7 principales etapas; sin embargo, cada persona elabora el duelo de diferente manera y cada duelo es distinto; en el proceso encontramos una etapa de Duda, donde la persona entra en shock ; después está el Retroceso  en donde algunas personas pueden llegar a  experimentar reacciones atípicas a su edad; después se vive una etapa de Enojo en donde un gran enojo es expresado hacia quien(es) se considera causante de la pérdida (médicos, Dios, la vida misma, etc). La cuarta etapa es la Culpa la cual es superada únicamente a través del perdón hacia otros o a uno mismo. La quinta etapa del proceso de duelo es la Tristeza: durante este periodo la persona puede experimentar impotencia ante lo sucedido, manifestándola a través de la nostalgia por lo que ya no es o está.  A continuación viene la Expansión, donde el doliente comienza a construir nuevas alternativas. Finalmente, está la etapa de Aceptación y paz, donde la persona se centra en su realidad, aceptando vivir en armonía y reconociendo que hay situaciones y circunstancias que no son posibles modificar; siendo incluso capaz de recordar lo perdido sin que se viva el dolor que experimentaba al inicio del proceso.

Si ante alguna pérdida significativa aún sigues encontrando culpables, tu duelo no está cerrado…
¿Qué duelos tienes hoy abiertos?
¿Qué pérdidas secundarias te han traído tus duelos?
¿Qué necesitas para procesarlos?                 
¿Has aprendido algo de ti gracias al dolor y sus consecuencias?

Esperando que este artículo haya sido de tu interés, nos despedimos hasta el próximo número deseándote cambios realmente evolutivos en tu vida.